miércoles, 20 de marzo de 2013

Iraq: una guerra que no sirvió para nada

 

Una década desde estas palabras. Así, en declaración a la nación y desde el despacho Oval, el ex presidente George W. Bush anunciaba la guerra a Iraq basándose en una serie de pruebas (las famosas armas de destrucción masiva o la relación entre Sadam Hussein y Al Qaeda) que si despertaron dudas en su momento, ahora se sabe que eran directamente una mentira. 

La cantidad de tinta que se ha escrito para explicar una invasión que sólo se entiende por motivos económicos y geoestratégicos ha destapado mucho más que un fracaso estadounidense en el avispero de Oriente Medio. Las consecuencias de un nuevo estado fallido son las que sufren día a día la sociedad iraquí, un pueblo al que se vendió la caída del dictador y la llegada de una democracia y que, 10 años después, ha desencadenado una sociedad fragmentada, problemas sectarios y una inseguridad permanente. 

Recordamos la situación para la sociedad civil de estos últimos 10 años. 

 Política 

 El 13 de diciembre de 2003, el dictador Sadam Hussein, que había dirigido la vida del país desde 1979, era capturado en un zulo oculto de una granja de Tikrit. Con ello, y su posterior ejecución el 30 de diciembre de 2006, quedaba atrás la historia de un personaje controvertido que contaba en su historial con una purga dentro de las filas de su propio partido, el Baaz; el asesinato de 148 chiíes en Duyail en 1982; los ataques, incluso con armas químicas, lanzados contra el Kurdistán iraquí en la denominada campaña de 'Al Anfal' en 1987 y 1988 y en los que fueron asesinados miles de kurdos; la guerra contra Irán de 1980 o contra Kuwait en 1990. 

Pero no fue por nada de esto por lo que se puso en el punto de mira a Hussein. Por aquel entonces, las relaciones con distintas potencias, incluidas EEUU, y aliñadas con buenos precios sobre el petróleo iraquí hicieron ‘olvidar’ estos asuntos. Pero en 2003 las relaciones estaban más deterioradas y el petróleo jugó un papel determinante. 

En apenas dos años tras ‘Iraqui Freedom’, se celebraban los primeros comicios tras la caída del dictador, dando un vuelco histórico en el que la mayoría chií del país –el 60% de la población es chií duodecimano, el mismo que rige en Irán- conseguía el poder de manos de los suníes –30% del país, de la que era parte el ex dictador-. Y a finales de 2011, Barak Obama retiraba en grueso de sus tropas en el país, dejando solo algunos soldados de ‘apoyo’ al nuevo gobierno. 

Desde entonces, la lucha sectaria y los atentados terroristas copa las pocas noticias que aparecen sobre Iraq en la prensa internacional. Como Presidente de la República, Yalal Talabani nombraba Primer Ministro a Nuri al-Maliki, prometiendo mano dura contra la insurgencia mientras que prometía tender la mano a todos los grupos étnicos y religiosos del país para avanzar en una reconciliación nacional que permita obtener la paz. 

Sin embargo, tal y como apunta David Corral Hernández: “Las acusaciones de despotismo contra Maliki son continuas, las crisis constantes, los atentados habituales, el riesgo de fractura del estado notorio y es más que posible el contagio de la guerra civil que padece la vecina Siria. Además, el ‘bloqueo’ político parece ya característico y no es fácil encontrarle solución. La tensión entre las principales formaciones políticas ni es nueva ni terminó con la retirada de las tropas ordenada desde Washington. Con la bandera estadounidense recién arriada y el eco del último convoy militar aún sonando en la frontera con Kuwait, se produjo un enfrentamiento en el parlamento. Otro más. El bloque Al Iraquiya, encabezado por Allawi, decidía pedir comicios legislativos anticipados y retirarse para protestar por la despótica forma de gobernar del primer ministro, el chií Nuri Al Maliki, [líder del partido chií, Dawa]. Esta decisión abrió una de las peores y más profundas crisis del país y ha convertido a Iraqiya, una formación laica pero con gran respaldo suní, en el blanco de algunas de las decisiones más controvertidas tomadas por Maliki”. 

Es más, al descontento de suníes y kurdos, se le suman las críticas también de los chiíes, como las del poderoso clérigo chií Moqtada al-Sadr, que apoyó en un primer momento a Maliki con sus 40 diputados y cinco ministros. 

Todo esto está llevando a un repunte de la violencia sectaria, especialmente contra la comunidad chií, con numerosos atentados terroristas. Además, Corral Hernández apunta otro problema, “El país está dividido en 18 provincias de las que tres, las de mayoría kurda del norte, están desde 2003 bajo un régimen de autonomía. Pero en los últimos meses son varias ya las provincias que han reclamado la celebración de un referéndum que permita su reconversión en regiones federales”.

Seguridad 

Pero si hay un tema que preocupa especialmente en el país ese es el de la seguridad. Según el organismo Iraq Body Count, sólo en los dos primeros meses de 2013 han muerto 524 civiles a causa de la violencia, con lo que se mantienen las cifras de los últimos años a pesar del aparato de seguridad de Estado. Cada año hay una media de hasta 4.000 atentados lo que hace de Iraq, según explica el analista Fernando Reinares, uno de los tres países del mundo donde la violencia terrorista es más frecuente e intensa. Los otros son Afganistán y Pakistán. 

Según el gobierno iraquí, existen cerca de 30 grupos terroristas operando en el país, aunque el más destacado es el denominado Estado Islámico de Irak. La Rand Corp, ‘Security in Iraq. Emerging Threats as U.S. Forces Withdraw’, señala al recrudecimiento de los atentados y la intensificación por parte de este grupo vinculado a Al Qaeda. Aunque ha perdido parte de la mortalidad que demostró entre 2006-2007, sigue siendo una importante amenaza, provocando, sólo en 2012 una media de víctimas mensual superior al centenar. 

Volviendo a las cifras aportadas por Iraq Body Count, desde la retirada de las tropas de EEUU en 2011, este organismo calcula las víctimas en 4.530 civiles. 2006 ha sido el año más sangriento de todos con 21.539 muertos y 39.329 heridos, según fuentes del gobierno. 

Economía y derechos humanos 

En este apartado citaremos una de las informaciones de Ángeles Espinosa para El País en una entrevista a la activista Hanaa Edwar: “Queda mucho por construir: el respeto de los derechos humanos, la igualdad de género, la justicia social, la vuelta de las familias desplazadas a sus casas… Está siendo un parto muy complicado ”, resume. 

En dicha entrevista, Edwar señala como una de las violaciones de Derechos Humanos más clara, el número de presos que ha día de hoy se encuentran en cárceles iraquíes sin motivo aparente, además de que continúan las detenciones arbitrarias al estilo del dictador derrocado, por no hablar de la situación de la mujer, que retrocede día a día. Pero no es el único dato, la única trasgresión que choca frontalmente con ese ‘ejemplo de democracia’ que EEUU, Reino Unido y España principalmente iban a llevar a la zona: a día de hoy, y a pesar del boom petrolero, el 23% de la población de los 30 millones de iraquíes, vive en la pobreza.

Un total de 60 mil millones de dólares se ha gastado EEUU en la reconstrucción y desarrollo de Iraq. Sin embargo, un informe del Inspector General especial para la Reconstrucción de Iraq dice que de ellos, 8 mil millones de dólares se desperdician. "La infraestructura ha sido totalmente descuidada por los regímenes anteriores y el daño es enorme Hay una necesidad de reconstruir todo que exige decenas de miles de millones de dólares. En total, tal vez algo más de 200 millones", dice el viceprimer ministro iraquí Hussein al Shahrastani.

 

Los suministros de electricidad siguen siendo poco fiables. En promedio una familia iraquí recibe sólo ocho horas de energía al día, lo que hace que las peticiones de más seguridad y electricidad sean las principales peticiones del pueblo, independientemente de que sean suníes, chiíes o kurdos. 

Además, cuatro de cada 10 personas en Irak no tienen acceso a agua limpia. Y a pesar de las mejoras, la mayoría de los iraquíes tienen limitado el acceso a la atención primaria. Se estima que hasta la mitad de todos los médicos han abandonado el país. 

En cuanto al petróleo, la situación es muy distinta. Según la Agencia Internacional de Energía destaca que Iraq logró convertirse en el tercer mayor exportador de petróleo en diciembre de 2012 con una producción de 3.4 millones de barriles (mdb) diarios, por primera vez desde los años 90. Por ello, muchos se frotan las manos y piensan que está en camino de convertirse en mucho más, ya que sólo entre el 30 al 40% de las reservas están explotadas. Así, muchos sueñan con que el ‘petróleo barato’ iraquí pueda suplantar, incluso, a la todopoderosa Arabia Saudí

A todo ello se le suman imágenes vergonzosas que, 10 años después, siguen sin recibir un castigo necesario. Nos referimos a las imágenes de torturas por parte tanto de militares estadounidenses en Abu Ghraib como las de soldados españoles en Diwaniya. 

Con todo esto, la moto que nos vendieron de exportar ‘la democracia’ se ha visto como la mayor y más trágica mentira sobre Iraq. Por el contrario, empresas petroleras estadounidenses han sido de largo, las más beneficiadas, al igual que se han tranquilizado muchos círculos que consideraban al Iraq de Sadam como un enemigo potencial de Israel. Mientras que el pueblo iraquí sigue, lejos de los focos de la prensa, sufriendo las consecuencias de la guerra.

domingo, 10 de marzo de 2013

3. Una guerra fría se juega en Siria

"Los que hacen imposible una revolución pacífica, harán inevitable una revolución violenta”. La Historia, empeñada como es en repetir sus errores, hace nuevamente actual esta máxima del malogrado presidente estadounidense J. F. Kennedy en los sucesos que atraviesa Siria desde hace dos años y, especialmente en los más de 70.000 fallecidos por la guerra y el millón largo de sus refugiados

 En un mundo que JFK ya descubrió como globalizado, el conflicto ya no se queda de ‘fronteras para dentro’. Desfasado el concepto de ‘injerencia interna’ que tanto se estudia en Relaciones Internacionales –seamos claros, hace tiempo que los conflictos dejaron de afectar sólo a un territorio y es raro que se superen (o perduren) sin influencia externa-, en la enquistada guerra civil siria nos encontramos otras luchas de poder que decidirán en buena medida el futuro del polvorín tanto sirio como de todo Oriente Medio. 

 ¿Y quiénes más se enfrentan en el pulso sirio? Arabia Saudí y Qatar vs. Irán y Líbano; Estados Unidos vs. Rusia y China... Los emparejamientos son múltiples, remuevan la mezcla y seguirán acertando. Y a ello, sumen Irak, Israel, Jordania, La Unión Europea, Líbano... Intentaremos, y perdonen si algo se nos queda en el tintero, explicar a continuación los principales motivos que han llevado a todos estos actores a formar parte del colapso sirio. 

 Países vecinos 

Vamos a empezar deshojando las ‘capas’ más cercanas al conflicto. Varios de los países árabes que comparten frontera con Siria se caracterizan por una estabilidad interna que pende de un hilo (Irak y Líbano), o que están esquivando la ola de ‘primaveras árabes’ a duras penas (caso de Jordania), situaciones todas ellas que no mejoran con un conflicto al otro lado de la frontera. 

En el sentido de las agujas del reloj (y dejando Turquía para el siguiente apartado), la delicada situación de Irak se refleja en su abstención el pasado 12 de noviembre de 2011 para suspender a Siria de la Liga Árabe, así como en su negativa a la intervención extranjera o a las sanciones al régimen de Assad. Irak, que sigue sin levantar cabeza desde la invasión estadounidense es, según la lista 2012 de Estados fallidos, el noveno país más inestable del mundo. Entre otros problemas, se encuentra sumergida en una lucha entre las comunidades suní y chií y, entre estos últimos, cabe destacar la figura de Muqtada al-Sadr, influyente clérigo chií iraquí muy amigo del régimen de Teherán, es el líder de facto de la ciudad de Sadr, en Bagdad, y ha apoyado explícitamente a Assad. 

Por su parte, Jordania fue uno de los primeros países en recibir a civiles sirios que huían de la guerra, siendo el primer país donde la ONU abrió un campamento de refugiados: Zaatari. Se calcula que en este país hay cerca de 500.0000 refugiados, por lo que se está ultimando un nuevo campo que mejore las condiciones de falta de electricidad, agua corriente y otros servicios que han provocado diferentes incidentes. 

Además, el rey Abdulá, quizá para desviar también la atención a las propias protestas que no terminan de cuajar en una 'primavera', abandonó su normal posición de perfil bajo para desmarcarse en una entrevista de la BBC pidiendo la marcha de Assad, siendo el primer líder árabe en hacerlo. 

En cuanto a Israel, baluarte estadounidense en la zona, es uno de los más preocupados por la situación. Aunque la caída del régimen sirio sería un duro golpe para uno de los mayores enemigos israelíes en al zona, Irán, preocupa una hipotética llegada de un gobierno de corte islamista en Siria. Aunque parece que las relaciones nunca han sido estrechas, Netanyahu es consciente de que Assad representa un ‘mal menor’, pues su desaparición podría alterar el statu quo y la estabilidad de la región. Además, si atendemos a algunas de las últimas noticias, la relación entre ambos países sería mejor de lo esperado. Terminamos este apartado con una pieza clave y futuro epicentro de tensiones en la zona: Líbano

En conflicto sirio se está traduciendo directamente en enfrentamientos sectarios en Líbano, tanto que las posturas por y antiDamasco configuran las líneas de actuación de gobierno y oposición, con los sunís del exprimer ministro Saad Hariri situados a favor de las revueltas y Hizbulá, milicia chií con evidentes lazos con Damasco, como defensora de Assad. 

Lo que se juega Hizbulá en esta guerra es quedarse literalmente aislado del ‘arcoiris’ chií de la región, que le conecta directamente con el todopoderoso Irán, baluarte de la milicia armada. De ahí, la llegada de armas, demás apoyo logístico y otros actos desde este país al gobierno sirio con el pretexto de supuestos apoyos de grupos salafíes libaneses y otros grupos extremistas. 

Potencias regionales 

Ampliamos un poco más el mapa y nos encontramos con el núcleo duro de potencias regionales. 

El primer ministro turco Tayyip Erdogan cultivó durante años una relación amigable con Siria, con la que tenía intereses comunes (los kurdos) y fueres vínculos económicos, pero todo terminó en septiembre de 2011 cuando se desmarcaron del régimen de Assad. 

Ahora Turquía se ha convertido en uno de los grandes enemigos de Asad –ha acogido reuniones del opositor Consejo Nacional Sirio, por ejemplo, por no hablar de los movimientos militares en la frontera-, cuya salida ha pedido de forma explícita. Erdogan tiene ante sí la oportunidad de ampliar su influencia regional y extender su modelo político, algo que evidentemente va en contra de los intereses iranios. Entre sus acciones más destacadas, ha impuesto sanciones económicas especialmente dolorosas, ya que es el principal socio económico de Damasco. 

Pero, además, la posición turca ha abierto un nuevo frente contra otra de las grandes potencias regionales, Irán. El juego es claro. Los intereses comunes entre Damasco y Teherán suponen que los iraníes aboguen por el mantenimiento del status quo en Siria con Assad al frente, necesario para ese arcoiris chií que llegue hasta Hizbulá, lo contrario de lo que busca Ankara. Y así, como explica Elena María Labrado Calera toma posición el eje suní frente al chií. 

Irán mantiene sólidos lazos económicos, políticos, religiosos y militares con Siria, además de compartir diversos enemigos. Ahmadineyad, que había apoyado las primaveras árabes que le habían quitado de encima líderes incómodos como Mubarak, ve que ahora una de ellas puede jugar en contra de sus intereses, lo que está llevándole a poner toda la carne en el asador haciendo llegar armas a Siria de forma directa, a través del puerto de Latakia, en la costa mediterránea siria. De todas formas, informaciones apuntan a encuentros entre representantes iraníes y grupos ‘moderados’ de la oposición siria, un movimiento que se puede analizar como una forma de no perder influencia en una previsible Siria postAssad frente a los turcos y a otra gran potencia, Arabia Saudí

Los saudíes han reprimido las protestas cuando han afectado a sus socios, como puede ser el caso de Bahrein o las tímidas protestas dentro de su inmenso territorio, pero ha apoyado la caída de antiguos enemigos como Gadafi. 

En el caso de Siria, esta monarquía ha tenido tradicionalmente una relación fría con el régimen sirio, fundamentalmente por sus lazos con su principal enemigo regional, la chií Irán; son embargo, ahora se le presenta una oportunidad de oro para ensalzar el papel suní (mayoritario en Siria) agrupado en su línea y en la de sus países satélites, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Qatar y Kuwait. 

Precisamente, los saudíes han sido uno de los impulsores de las medidas contra Siria tomadas por la Liga Árabe. Además de las dudas sanciones económicas, el 12 de noviembre de 2011, 19 de los 22 miembros votaron a favor de la suspensión de Siria de la organización, hecho importante por ser una decisión sin precedentes y porque, ahora, se ha invitado a la Coalición Nacional de Fuerzas Opositoras y de la Revolución Siria (CNFORS) para que ocupe el puesto dejado por Assad, lo que deja a las claras la postura de dar un papel internacional a la oposición ante el régimen. 

Terceras potencias 

Rusia y China, dos de los cincos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, han sido fundamentales para evitar una actuación de este organismo en el conflicto sirio. El Kremlin protege a su último aliado sólido en el mundo árabe. Moscú y Damasco son socios desde la Guerra Fría, tienen acuerdos comerciales que incluyen venta de armas. Pero sobre todo, Moscú tiene una base naval en Tartus que le da su única presencia permanente en el Mediterráneo. Sin embargo, como plantea Labrado Calera, “esta base ya no es tan estratégica para Moscú como lo fue en otros tiempos. De este modo, la actuación rusa respecto a Siria tiene mucho que ver con su propio concepto de potencia global, sobre todo, después de que los aliados intervinieran militarmente en Libia, sobrepasando a Moscú”. 

La intransigencia del presidente Vladimir Putin se puede explicar como forma de poner freno a la intervención occidental en la región. Hace un año, en Libia, los bombarderos de la OTAN fueron determinantes para acabar con Muhamar Gadafi. La operación militar se basó en el decreto 1973 de la ONU, que los rusos y los chinos se abstuvieron de votar. Putin calificó el ataque de "nueva cruzada medieval" y en el aire quedó el sentimiento de que Occidente les forzó la mano y que eso no se puede repetir. Además, y como en todo conflicto, también pesan las relaciones económicas, ya que el 7% de las exportaciones de armas rusas van a parar a Siria. 

En el caso de China, es el mayor exportados de productos a Siria y un cambio de gobierno podría poner en peligro los privilegios económicos, así como el tema de concesiones de gas y petróleo. 

Por su parte, EEUU ha intentado no volver a presentarse como ‘fuerza invasora’ tras los casos de Afganistán e Irak, que no han ayudado a mejorar su imagen en la zona. Así, la ex Secretaria de Estado, Hillary Clinton ya tiró de las orejas a Assad echándole en cara “las violaciones sistemáticas” de los procesos de paz, los muertos, heridos y desplazados y se sabe que la potencia está a favor de armar y entrenar a los opositores –recordemos las palabras de John Kerry: “Se debe garantizar la llegada de armas a los moderados de la oposición siria”-. Pero a pesar de todo ello, Obama intenta mantener un perfil bajo en el conflicto. Eso sí, las intenciones a favor de la oposición parecen clara para dar una estocada a la influencia tanto de Irán como de Hizbulá. 

Por último, nos queda por ver el papel de la Unión Europea. Como de unión tiene poco y Catherine Ashton no ha mejorado su papel al frente de la diplomacia continental, lo máximo que se ha conseguido es una serie de sanciones económicas que, como pasa en muchas ocasiones, suelen ser más graves para la población que para el tirano. Conscientes de ello, también han congelado los activos de Assad y le han prohibido viajar a territorio comunitario.

martes, 5 de marzo de 2013

'5 broken cameras'

Nominado como mejor documental en los últimos premios Oscar, os dejamos el enlace completo, con subtítulos en español, del documental de Emad Burnat, '5 broken cameras'. 

Sinopsis: 

Emad es un joven palestino aficionado a las cámaras domésticas. Vive en Bil'in, al oeste de la ciudad de Ramala, en Cisjordania. En 2005, las excavadoras israelíes llegan a Bil'in para construir un muro que delimitará el perímetro de un gigantesco asentamiento judío. Con su cámara, Emad graba estos primeros movimientos.

Cinco años y cinco cámaras de vídeo le harán falta a Emad para registrar la hisotira de la resistencia de su pueblo a la presión israelí y, en paralelo, el crecimiento de su hijo Gibreel Emad, nacido en los primeros días del movimiento ciudadano.

Mientras los ataques israelíes destrozan una cámara tras otra y, con ellas, las vidas de algunos de sus compañeros, Emad sigue adquiriendo nuevas cámaras y filmando lo que sucede a sus alrededor [vea el documental pinchando en la siguiente imagen].


5 broken cameras, conflicto palestino-israelí

lunes, 20 de agosto de 2012

2. De las movilizaciones a la violencia

Es cierto que la falta de derechos y libertades, el paro o la pobreza no eran factores nuevos en países como Túnez, Egipto o Siria, así que ¿por qué se han producido ahora estas revueltas? Para muchos analistas y diplomáticos, el epicentro de estos movimientos civiles viene de una nueva generación producto de un incremento demográfico creciente, mayoritariamente urbana, bien formada, con estudios superiores, cuya situación pasa por el paro, la falta de oportunidades, el vacío de soluciones por parte de un Estado cada vez más enriquecido y la lucha porque su familia tenga algo que llevarse a la boca cada día.
  
Pero, el pensamiento de que todo ello es caldo de cultivo para el fanatismo, se ha demostrado como una falacia en buena parte de la gente que salió pacíficamente a ocupar las plazas y calles de sus ciudades en busca de libertades. Y lo que fue una revuelta en Sidi Bouzid (Túnez) se extendió al resto del país y de ahí, ayudado y amplificado con las redes sociales primero, y cadenas como Al Yazira después, a Egipto, Yemen, Bahrein y Siria, que perdieron el miedo alentados por los éxitos de El Cairo.

Precisamente, si se puede marcar una fecha importante en el devenir sirio esa es el 15 de marzo de 2011, cuando miles de ciudadanos, desoyendo la ley de Estado de Emergencia que desde 1963 rige, entre otras cosas, la prohibición de manifestarse, se produjo el 'Día de la Ira' o movimiento 'Intifada 15 de marzo'. Ese día, en el que miles de personas salieron a las calles de las principales ciudades del país siguiendo la convocatoria de Facebook, se producían 25 detenciones de activistas políticos y jóvenes. Los arrestos se sumaban a las muertes por disparos de las fuerzas de seguridad del régimen en los siguientes días; a los tumultos y disparos en las manifestaciones convocadas cada viernes, sobre todo en Dera'a, y a las denuncias por arrestos en hospitales y amenazas a médicos por atender a manifestantes heridos. A todo ello, se sumaban imágenes de asesinatos y torturas por decenas que caldearon el ambiente en medio de meses de débiles promesas de cambio surcadas con amenazas en materia económica y contra la censura que, a esas alturas ya no satisfacían ni creía nadie.

Elias Khoury lo expresaba así desde las páginas de 'Al-Quds al-Arabi':  "La gran revolución siria ha echado abajo el umbral del dolor, esa es la gran virtud del flujo de manifestaciones teñidas de la sangre de las víctimas y los caídos. Los sirios y las sirias, con sus manos desnudas, han golpeado los muros de la gran cárcel y su grito se ha elevado desafiante. Nada les frena, ni las balas ni la cárcel. Es como si estuviéramos ante una de esas maravillas que los pueblos producen cuando deciden cambiar el rumbo de la historia.

Ahora, más de un año después, el mano a mano se impone entre una guerrilla armada que pide ayuda a sus apoyos internacionales para conseguir más armamento; y las fuerzas de un régimen bien estructurado, aunque como decía Tomás Alcoverro, "con pies de barro" y es que las deserciones, o sus intentos, se siguen produciendo entre una cúpula temerosa del día de mañana. A pesar de ello, cuentan con mucho más material bélico y entre ellos, un arsenal químico, según asegura el propio Assad, que inquieta a propios y  extraños.

Mientras, todavía parte de la población reúne la valentía de salir a las calles, especialmente los viernes, para pedir paz y libertad de forma pacífica. Por el camino, una posición internacional dudosa, un conflicto con tintes sectarios, más de 150.000 refugiados en los países fronterizos y muchísimos más de los 23.000 muertos según las últimas estimaciones ofrecidas por el jefe de la misión de supervisión en Siria de la ONU, general Babacar Gaye.

Precisamente, la ONU, incapaz de hacer más y buscando rápidamente sustituto para Kofi Annan, tras dimitir como mediador de este organismo y de la liga Árabe, es también la institución que mayores datos a nivel global está dando fuera de las esferas de influencia de los bandos enfrentados (ya que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos es favorable a los rebeldes). Todos estos informes no dudan en calificar de "atentado contra los derechos humanos" lo que está sucediendo en el país árabe. Violaciones, asesinatos y actos de guerra protagonizados por dos bandos, cada vez más radicalizados. Hagamos un repaso de cuáles son las principales fuerzas que se enfrentan en Siria:

Aunque la ONU no duda en denunciar al bando rebelde por sus asesinatos, tampoco duda en señalar a las fuerzas del régimen como principales instigadoras de los sufrimientos de la población civil siria. Aunque la cabeza más visible de régimen sea la del espigado Bachar al Assad, muchos se acuerdan de su numerosa familia, cuyos miembros han amasado fortunas y representan en estos días la represión estatal del país.
Si hablamos de corrupción, muchos sirios no dudan en señalar a  Rami Majluf, primo del presidente y la mayor fortuna del país; fortuna conseguida gracias a la monopolización del poder económico, según Wikileaks, con sus negocios en el sector financiero, turístico, inmobiliario, petrolero, de telecomunicaciones y en los medios de comunicación, entre otros. Todo ello gracias a sus lazos familiares con el régimen, convirtiéndose en símbolo de la corrupción y la impunidad en Siria.

Pero más cercano al presidente, nos encontramos con el que para muchos es la verdadera cabeza del poder y el terror para los opositores: su hermano Maher al Assad. Maher es el segundo hombre fuerte del régimen, comandante de la Guardia Republicana y del ejército de élite División Blindada Cuarto , que junto con la policía secreta de Siria (Mukhabarat al Askariya) forman el núcleo de las fuerzas de seguridad del país, así como responsable directo de la represión del régimen.



Junto a ellos operan una verdadera pesadilla para los rebeldes y la población civil que se considere sospechosa (o tengan que ajustar cuentas con los alauíes): el Shabiha. Según explica el escritor sirio Yassin al-Haj Salih, el término era utilizado, antes de las revueltas, para referirse a bandas de alauíes de las regiones costeras de Siria dedicadas especialmente al contrabando y la extorsión. Sus líderes provenían de familias alauítas influyentes [desde los Assad a otras familias importantes relacionadas con el clan gobernante]. Desde su aparición en la década de los 70, han sido conocidos por su brutalidad, crueldad y su ciega devoción a sus líderes en una organización parecida a lo que puede ser la mafia.

Con el inicio de la revolución siria, su significado se amplía. Así, nos referimos a las milicias irregulares que establece el régimen contra los manifestantes en todas las regiones del país. Se caracterizan por ser extremadamente violentos y sectarios, con una lealtad inquebrantable al gobierno de los Assad. Entre otros sucesos, se les considera responsables de la matanza de Hula (donde murieron al menos 108 personas, la mayoría niños y mujeres).

Pero si en todo conflicto no sólo se puede hablar de factores internos, en el caso de Siria los factores externos se acentúan por su importancia estratégica. Aunque abordaremos la situación internacional respecto al conflicto en la próxima clave, aquí apuntaremos algunas de las ayudas que están recibiendo todos los frentes abiertos. Aunque mucho se está hablando de la ayuda que los rebeldes sirios reciben de países como Qatar o Arabia Saudí, también parecen demostradas las ayudas que Assad recibe de sus vecinos de Hizbulá (Líbano), país donde empieza a extenderse el conflicto, e Irán en lo que muchos han denominado 'el arcoíris chií'.

¿Y por parte de los rebeldes? El Ejército Libre de Siria (ELS) está compuesto por desertores del ejército sirio más civiles armados que actúan como una guerrilla debido a sus efectivos menores y a un armamento mucho más pobre (la mayoría conseguido de contrabando o a través de las fronteras con Líbano y Turquía). Su líder, por lo menos nominal, es Riyad al-Asad, ex-coronel de la Fuerza Aérea Siria, una cabeza que intenta aglutinar a unas guerrillas cada vez más descabezadas, divididas y donde la fuerza se divide en cada una de las katiba, es decir, los distintos y numerosos batallones que luchan contra el régimen.



Pero como en toda guerra, conflicto y revolución, uno de los elementos que no puede faltar es  la propaganda y la desinformación. Mientras que los últimos rumores apuntan a que fuerzas de EEUU, Alemania y Gran Bretaña están ayudando a los rebeldes sirios en el entrenamiento y armamentos de los rebeldes  a través de sus respectivos servicios secretos, lo que sí parece ya un hecho es que Arabia Saudí o Qatar arman con dinero y combatientes a los sirios sublevados, una situación que ha encendido todas las alarmas por los derroteros radicales que algunas katibas. Y todo ello bajo las noticias de la presencia de diferentes organizaciones en la zona que se aúnan bajo el paraguas del wahabismo y Al Qaeda.

Sin ocultarlo, la presencia de Al Qaeda y otros grupos terroristas parece a estas alturas indiscutible, pero a partir de esta afirmación, poco más se sabe: ni su número, ni su importancia, ni quieres les llevan o cómo se organizan. Mientras que una de las frases favoritas de Assad es que todo muerto, toda víctima, es "un terrorista" (muy al estilo de líderes derrocados como Mubarak o Gadafi); otros reconocen su presencia, pero no tienen clara su importancia, como se explica en un informe elaborado por la inteligencia de EEUU que habla de escasa influencia real.  Sin embargo, muchos se preguntan si la existencia de clérigos radicales y estas fuerzas extranjeras, a medida que pasan los días, no se pueden ir constituyendo en una fuerza que divida más a los combatientes y puedan ser un obstáculo para una Siria, si llega, post-Assad.
Con todos estos elementos, de uno y otro bando, muchos analistas se preguntan con razón, si a lo que estamos asistiendo en Siria no es ya una guerra civil. A esto, Salama Kayleh, intelectual comunista torturado por las fuerzas del régimen, explicaba recientemente en un debate en Casa Árabe de Madrid que no veía lugar para una guerra civil en Siria: "Todos los intentos del régimen en este último año para arrastrar al país a esta guerra han fracasado. Yo he visto jóvenes religiosos en la cárcel, pero no son sectarios", explicaba.

Todavía está por ver que sea así.